viernes, 29 de noviembre de 2013

Dance (Sherlock, 10)

Llegaba tarde, como de costumbre, a una de sus citas con Irene Adler, aunque no era el único invitado que iba con retraso. En el enorme patio ajardinado donde se aparcaban los coches, podía ver que algunas personas, pocas, entraban entre risas apresuradas, pasitos cortos por parte de las mujeres para no tropezar con sus vestidos o torcerse un tobillo por sus tacones y pasos más vigorosos y alargados por parte de los hombres. El gran salón de ceremonias era toda una fiesta de brillo, oro y glamour, donde los valses resonaban por todo el majestuoso palacio.

Al adentrarse en el salón, puede ver a gran parte de los invitados participando con elegancia en el baile, mientras que otros mantenían una agradable conversación con amigos y conocidos sobre política y negocios, custodiados por las enormes columnas que rodeaban todo el salón. Sherlock podía divisar a un par de políticos, unos cuantos banqueros, empresarios que habían hecho riqueza habiendo llevado con cierta astucia y sabiduría sus negocios; hasta pudo ver a algún que otro noble. La persona de la que menos se alegraba de haber visto fue al Primer Ministro, ese hombrecillo que se refugiaba en Downing Street que no paraba de insistir que acepara ser nombra Sir por Su Majestad. ¿De qué le servía a Sherlock un título así en estos tiempos? Era un detective asesor, no un caballero con armadura.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Declaration (Eli, 9)

Llevar ya dos semanas con el pie inmóvil y vendado le hacía sentir muy impotente. ¿Cómo iba entonces a controlar sus miedos, a alejarlos de ella, si no podía bailar, volar lejos de ellos? Erik era lo único que le proporcionaba evasión. Era la luz que la guiaba en la oscuridad del túnel. Aunque ahora no tenía muchas ganas de hablar con él.

—No me digas que te has enfadado… —dice Erik cuando por fin da con ella en el salón.

martes, 19 de noviembre de 2013

More bipolar, and much more sexual (Seb, 6)

—Jefe, ¿qué tal está Eli? —pregunta nada más coger el teléfono. Se veía obligado a hacerlo; seguro que a Jim ‘’le gustaba’’ que mostrara algo de interés por ella, sabiendo que al francotirador no le caía especialmente bien su protegida. La respuesta de Jim es seca: mejor—. Estoy ultimando un trabajo. Volveré cuando termine.

Cuelga el teléfono nada más acabar de decir eso. Decir adiós era inútil. ¿Era pareja? ¿No? ¿Sólo compañeros, amantes? ¿Tenían algo más aparte o sólo la relación profesional con algún desliz?  La verdad, ya no eran deslices. Eran deslices uno detrás de otro, sin parar… A Seb le gustaría apostar que había algo más. El amor es algo con lo que a veces es mejor no jugársela, y más si es con alguien como James Moriarty, que no atiende a sentimentalismos. Sebastian le daba mucha importancia a su relación extra-profesional desde hacía años, y quizá se estaba comiendo la cabeza pensando tanto, pero a él le importaba, mucho.