‘’ ¿Q-qué me pasa? ¿Es el vino? ¿Cómo he podido beber tanto? N-ni me he dado cuenta’’. Sherlock estaba algo desequilibrado e intentaba centrarse más en los pasos que en su pareja de baile para no tropezar.
— ¿Sherlock? —dice Irene inclinando la cabeza, buscando sus ojos—. ¿Qué tienes en mi contra? ¿Te incomoda que te haya ayudado? Tú, que todo lo sabes y todo lo puedes… ¿O es otra cosa?
La mira, nervioso, apartando al instante la mirada.
—No hay ninguna razón concreta. Simplemente, me gusta mantener las distancias, y más si se me ha engañado. —se notaba las mejillas encendidas, ardiendo, y los ojos incontrolados, mirando a todos lados con movimientos muy rápidos—. ¿Te acuerdas de cuando nos conocimos? —vuelve la cabeza para mirarla de nuevo. Ella parecía muy tranquila, al contrario que él—. El caso del boomerang, me drogaste… tu pulso, acelerado —esto último lo dice susurrándole al oído mientras intenta no perder el ritmo y guiarla en el baile.
Nota cómo ella se sobresalta ante su cercanía y sus palabras cuando siente que aprieta en un pequeño espasmo su mano. ‘’Intento controlar lo que digo, pero las palabras salen solas’’.
—… Me acuerdo. —traga saliva e intenta mantener el control. Sherlock podía ser una debilidad muy grande, aunque en esos momentos poco le importaba. Lo estaba poniendo a prueba, viendo si era capaz de acercarse a él y volver a tener su confianza, si era requerida en un futuro—. Tal vez sea hora de comenzar de nuevo, ¿no crees? —cierra los ojos esperando una respuesta, sin poder evitar respirar su aroma, mezcla de colonia y por desgracia demasiado vino.
Sonríe levemente ante la proposición, y frunce de nuevo los labios conforme se aleja de su oído y se pone de nuevo enfrente de ella, mirándola a los ojos. Ladea la cabeza.
—Tal vez.
—Es un honor que des tu consentimiento. —sonríe, pero enseguida frunce el ceño—. ¿Sherlock? ¿Te… te encuentras bien?
Se extraña ante la pregunta, aunque una parte de él, la que estaba más presente en ese momento, sabía a qué se refería. ‘’E-estoy… ¿borracho? No. Puedo razonar… todavía. Pero he debido de decir más de una tontería. ¿Qué le he dicho? ¿Estamos intentando entablar una tregua, confiar el uno en el otro? Tenía pensado hacerlo, pero no justo hoy, con el tiempo. Pero aun así ha accedido, así que no está mal. De manera poco profesional, pero el trabajo está hecho’’. Estira los brazos.
—Estoy bien. E-estoy perfectamente.
Los escasos comensales que quedaban a esas horas en el restaurante se giraron para ver a Sherlock tropezar consigo mismo y dar un ligero traspiés.
‘’ ¿Cómo que estás bien? No, no lo estás. Dios, ¿qué me pasa?’’. Su otro yo afirmaba estar bien, pero estaba claro que no. Se lleva una mano en la cabeza y respira profundamente. Le subía poco a poco un cosquilleo que recorría desde su estómago, pasando por la columna y el cuello, hasta el cerebro. La frente le palpitaba, y las mejillas las notaba todavía más calientes.
—No tienes buen aspecto. —dice tras suspirar—. Será mejor que te lleve a casa. Una lástima. Con lo bien que me lo estaba pasando. —le hace una seña a un camarero para que salga a la calle y le pida un taxi, mientras ayuda al detective a ponerse el abrigo—. Deja que te ayude. Sería una lástima que a esa cara le pasase algo malo, ¿verdad?
—Sí… Mi cara, mis pómulos… Recuerdo lo mucho que te gustaron la primera vez que me viste en persona. —le mira sonriendo y notando que ella se incomoda un poco. Se le comenzaba a subir poco a poco el vino a la cabeza.
‘’ ¿¡Pero qué estás diciendo!? Por Dios, ¡cállate!’’.
—Estás delirando, querido. No te preocupes. Pronto estarás en casa y descansarás.
‘’Descansar… Sí. Lo mejor será ir a descansar. Espero que John esté durmiendo. No me gustaría que me viese así. Un hormigueo me sube por la espalda otra vez… Tengo ganas de gritar… o bailar. P-pero no puedo. Mantén la calma, Sherlock’’. Se ayuda un poco de Irene para subir al taxi. Un viaje de ida en el que reinó el silencio. A veces Sherlock rompía ese silencio con alguna que otra risita aguda e infantil, y no paraba de mover nervioso las manos, en señal de que el vino le hacía cada vez más efecto y pronto diría otra tontería o haría algo estrafalario. Estaba definitivamente, después de tanto aguantar, perdiendo el control.
Cuando llegan a Baker Street, Irene acompaña a Sherlock hasta la entrada del 221B. La idea de encontrarse con el doctor y ver su cara de incredulidad y desaprobación le divertía demasiado como para replantearse el rechazarla, pero lo mejor sería irse en el momento.
—Tienes que aprender a beber, cielo. —le dice mirándole a los ojos—. Buenas noches... y hasta pronto. —se pone de puntillas para darle un beso en la frente, dejando la silueta de sus labios pintados de rojo en ella, mientras le acaricia el abrigo desde las solapas hasta los bolsillos. Gira sobre sus tobillos sin decir nada más y entra en el taxi—.
Sherlock ve cómo se aleja el vehículo. Se lleva una mano a la frente, emborronando apenas el dibujo dejado por La Mujer y sonríe, notando calor en sus mejillas. Coge las llaves y tras varios intentos consigue meterla en la cerradura.
— ¿John? ¡Doctor Watson! Ya estoy en casa. —canturrea. Ya había perdido el control en toda su totalidad. No obtiene respuesta, por lo que supone que John se cansaría de esperarle y se iría a dormir. Al momento, el doctor aparece. No. No se había ido a dormir. John no dice nada. Sólo le mira de arriba abajo y luego frunce el ceño al ver la marca de lápiz de labios en su frente—. Oh John, no me mires así. —bufa—. Hazme un té. ¡Y ve a por leche, que no tenemos!
—Lo que me faltaba por ver. —dice su compañero yendo hacia la cocina. Con vigor, Sherlock tira el abrigo y la bufanda al sillón, desplomándose luego él en el sofá. Cuando John vuelve con el té y una bolsa de agua para la frente, Sherlock ya está completamente dormido.
2 comentarios:
Jonh cantale las cuarenta, se lo merece por estar borracho. Nunca me imaginaba a Sherlock borracho hasta ahora. Sigue que me encanta, esta historia de Sherlock es de las mejores
Jajajajaja sherlock borracho es un amor por favor! XD
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