Un dolor incesante recorría todo
su cráneo, una pulsación en el lado izquierdo de la cabeza insistente y
condenadamente molesta. Ya habían pasado varias horas desde que había sentido
cómo empezaba a pasarle un hormigueo constante por la lengua y la mejilla y era
incapaz de ver de manera nítida. Encendía y apagaba la luz de la mesita cada
dos por tres por puro aburrimiento, notando el cambio brusco de luz y de
visión.
—Jodida migraña —dice Jim en voz
alta, tumbado en la cama.
Tenía que hacer un molesto y
verdaderamente pesado esfuerzo para levantarse de la cama. La migraña estaba
siendo muy fuerte y cualquier movimiento muscular le dolía, pero tenía que ir
al lavabo a por las pastillas. Se levanta lentamente, como si tiraran de él desde
el otro lado muy despacio para que el dolor, aunque no podía evitarse, fuera
menor.
Ya sentado, se lleva las manos a
la cara, tapándose los ojos. Le latían una barbaridad y le quemaban. La
palpitación de la cabeza aumentaba considerablemente y no paraba de mascullar
entre dientes todo tipo de maldiciones. No podía odiar la migraña. Ese odio ya
había roto la atmósfera y surcado todo el universo.
Decide por fin levantarse, no sin
antes mentalizarse por el enorme esfuerzo que estaba a punto de hacer y coger
aire profundamente antes de sumergirse en la ardua tarea. Tenía las dos luces a
ambos lados de la cama encendidas, pero de nada sirve para que Jim pueda ver
mejor. Eran luces muy tenues, ya que la migraña hacía que no toleraba de forma
muy alegre la luz, y menos los ruidos. ‘’Menos
mal que es de noche y todo está en silencio’’, piensa. Se pone en pie e
intenta cerrar los ojos sin forzar mucho los párpados al comprimirlos para que
no le escocieran más. Empieza a caminar, con una mano apoyada en la pared para
guiarse mejor, hasta que da con el marco de la puerta del baño y abre con
cuidado para que el leve ruido de la manivela al rotar no le hiciera soltar
alguna palabrota.
Se acerca al lavabo y mira un
borroso reflejo de su persona en el espejo. Resopla. Abre la puertecita del
espejo y empieza a rebuscar.
— ¿Dónde está? —la infinidad de
botes, jabones, pastas de dientes y vendas le hacen más difícil encontrar el
bote de Imitrex, sus pastillas para el dolor, y cada vez que coge algo que no
era el susodicho bote se irrita más. Por fin coge uno que parece el de las
pastillas que busca y suspira—. Venga… —se llena un vaso de agua en el grifo e
ingiere de una sola vez varias pastillas. Estaba muy cansado y puede que unas
pocas más le hicieran efecto.
Camina hacia atrás y se sienta en
la taza del retrete, encorvándose hacia delante y cerrando los ojos cuando se
lleva dos dedos al puente de la nariz para hacerse un pequeño masaje.
—Necesito descansar… —susurra en
un inaudible murmullo.
Eran aproximadamente las dos de
la mañana, se había acostado hacía cuatro horas y no había pegado ojo. Seb
solía acostarse a veces tarde. Estaría en la habitación continua escuchando
música, viendo datos de algún trabajo o limpiando sus armas. ‘’Sus dichosas armas. Las mima más que a nada en el mundo’’,
piensa con una irónica sonrisa en los labios. Eli y Erik estaban esa noche en
su casa porque tenían que trabajar en una serie de fichas, memorizando ciertos
reglamentos de trabajo y repasando conocimientos básicos para entenderse mejor
juntos, pero o ya se habrían ido a casa o se habrían quedado allí porque ya era
bastante tarde. ‘’Parece que no se llevan
bien del todo. Mejor. Ya le dije a Erik que le rajaría su mágica garganta si la
tocaba’’. Notaba que Erik a veces la sacaba de quicio y Eli se desesperaba,
aunque había también momentos de calma en los que podían pasar más de cinco
minutos sin ponerse malas caras. El otro día estuvieron discutiendo porque Erik
había fallado en algo del entrenamiento y le echaba la culpa a Elisabeth, y
ella estalló en gritos e insultos. Jim temía que fuera a perder totalmente el
control, pero ella sola pudo tranquilizarse y dejaron de discutir por ese
momento.
Un fuerte pinchado en la sien
hace que deje de pensar. Abre de par en par los ojos. Seguía con la vista
nublada, aunque la notaba peor, y la palpitación del lado izquierdo de su
cabeza no había desaparecido. ‘’ ¿Cuánto
llevo aquí sentado?’’. Había perdido la noción del tiempo, pero no estaría
más de media hora en el baño inmerso en sus pensamientos.
Se había tomado bastantes
pastillas, y no entiende por qué no le habían hecho efecto ya. Eran potentes,
pero unas cuantas de golpe no le dañarían demasiado, al contrario. Los síntomas
deberían haber desaparecido en un cincuenta por ciento pasado el tiempo que
llevaba ahí. No sólo no se habían ido, sino que ahora Jim se encontraba peor.
Los pinchazos de la cabeza son más fuertes, sumándose a esa irritable y
desgastante sensación una palpitación en la sien muy intensa y pequeños
pinchazos en el pecho. La escasa visión que tenía se ha incrementado, y nota la
boca pastosa, con un sabor raro. Le tiemblan las manos y siente el cuerpo más
ligero, como una pluma.
Se levanta de golpe olvidándose
de todos sus dolores para intentar mirarse al espejo, pero nada más dar el
estirón nota que le fallan las piernas y tiene que agarrarse al borde del
lavabo para no caer al suelo. ‘’ ¿Qué me
pasa…?’’. Se lleva los dedos temblorosos de una mano a la boca. La poca
sensibilidad que parece tener en las yemas de los dedos mantiene un contacto
frío con sus labios, que están resecos, pero además toca algo húmedo y
burbujeante. Aparta la mano y con dos dedos toca esa extraña cosa que le
llenaba rápidamente la boca. ‘’E-…espuma…’’.
Empieza a babear de manera descontrolada, llenándose la barbilla de espuma y
luego cayendo esta hasta el pecho.
De repente siente como si sus
huesos hubieran desaparecido, como si sólo fuera una masa flácida de tejidos
musculares y órganos, y cae al suelo, tirando el bote de pastillas y algunas
cosas que había en el armario del espejo en un intento de sujetarse al lavabo y
golpeándose la cabeza con las baldosas. Nota que empieza a tener convulsiones,
que los insistentes pinchazos en cabeza y pecho se hacen más fuertes y que,
aunque está despierto, es incapaz de gritar, de hacer que alguien acudiera en
su ayuda.
1 comentario:
Me ha gustado, si señor. Esta todo muy bien
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