martes, 19 de marzo de 2013

Theatre (Sherlock, 3)

Las paredes de la casa cada vez se comprimían más en su mente. Lo ahogaban, lo asfixiaban. Llevaba días sin salir de casa. Ni un caso. La policía apenas contactaba con él, pero Lestrade se las apañaba para pedirle ayuda de manera discreta, aunque hacía unos días que no le daba noticias, y eso lo frustraba.

Esa sencilla nota con el nombre del cuarto mes del año en ella de Irene era otra de sus principales frustraciones. Ya eran semanas dándole vueltas y no sacaba nada en claro.

‘’Demasiado tiempo libre —piensa mientras pasea por el salón. Se aproxima a la ventana y mira por ella—. Ese es el problema. Tiempo libre en abundancia. Qué horror’’.

—John… Me aburro —comenta Sherlock en un murmullo—.

El doctor levanta los ojos del periódico y clava sus ojos en los de él.

— ¿Acaso eso es algo nuevo?

Sherlock suelta una pequeña carcajada sarcástica mientras se da la vuelta y camina hacia él. Vuelve sobre sus pasos y empieza a dar vueltas nervioso y eufórico por el salón.

—Necesito tabaco. ¿Me has vuelto a esconder los cigarrillos? ¡Los necesito! No tengo casos, no salgo de casa, y ahora no puedo fumar… ¡Me aburro!

—Sherlock, no voy a darte tus cigarrillos —vuelve a prestar su atención en el periódico—. Lo dejaste hace mucho. Ibas muy bien. No decaigas ahora. Ya llegarán los casos.

Le mira furioso.

— ¡Está bien! —se desploma en el sillón y empieza a tamborilear con los dedos en el reposabrazos. Poco a poco se calma. John tenía razón—. Está bien… ¿Te apetece ir a cenar?

— ¿Cenar? —John cierra el periódico y le mira—. Estoy cansado. No he parado de trabajar en todo el día…

—Pues entretenme. Si no salimos de casa, tendrás que aguantarme así… O mejor, juguemos al cluedo —dice desafiante—.

John le mantiene la mirada muy serio.

—… Vamos a cenar.

Dando un paseo nocturno, llegan a Angelo’s. Hacía tiempo que no iban allí, y a ambos les traía viejos y buenos recuerdos.

—‘’Estudio en rosa’’, ¿verdad? —le pregunta a John mientras pasa al restaurante—.

John sonríe. Le reconfortaba saber que su ‘’estúpido blog’’ seguía en la memoria del detective a pesar de tantos años.

—Sí. Había mucho rosa —dice riéndose—.

Después de saludar a Angelo y mantener una pequeña conversación con él, ya que hacía tiempo que no se veían, cogen la misma mesa en la que se sentaron por primera vez. Un camarero se acerca a pedirles nota y luego coloca en el centro de la mesa una vela.

—No, no… No somos… —John cortó la frase con un bufido al ver que la vela ya estaba encendida y que el camarero se alejaba con los pedidos tomados. Susurra—. Siempre igual.

Sherlock sonríe de medio lado al verlo molestado por una tontería como una vela.

—Oh, cállate. Borra esa sonrisa de la cara —dice, fingiendo que le molesta verle sonreír—.

—Llevo días sin salir de casa, aburriéndome. No me prives de algo de diversión.

— ¿Te hago gracia? Porque parece ser que soy el único aquí al que le molesta que todos crean que somos… pareja.

—Siempre me has hecho gracia, John. No puedo negar que tienes tu… encanto. Además, el humor siempre es bueno, y más teniéndome a mi cerca, que se supone que soy una máquina sin sentimientos. Así que, que tú consigas sacarme una sonrisa es una pequeña prueba de que no es cierto.

La luz rojiza y cálida que desprendía la vela impidió a Sherlock ver que John se ruboriza un poco por el comentario, que enseguida reacciona y se lleva una mano a la mejilla, simulando que le picaba.

El camarero vuelve a rato con los platos de comida. Sherlock coge los cubiertos y empieza a degustar el suyo.

— ¿Alguna otra razón por lo que hayamos salido de casa? —pregunta John mientras se limpia la boca con la servilleta y coge el vaso para beber—.

—Necesitaba salir. Estoy harto de tanta vida hogareña, siempre entre cuatro paredes. Haber estado en Nueva York me ha abierto un poco la mente. Allí sí, efectivamente estaba la mayor parte del día en el laboratorio del hospital, pero luego salía bastante, a parques, sobretodo. Aquí llevo unas cuantas semanas que… me ahogo. Será también porque no tengo trabajo. Es agotador no hacer nada durante todo el día. No sé cómo los jubilados consiguen ser felices sin nada de provecho que hacer.

—Después de toda una vida de trabajo, son como unas vacaciones. Aprovechan para hacer… no sé, viajes, tachar cosas de esas listas de sueños que cumplir antes de morir...

—… Sigue sonando aburrido. —dice Sherlock convencido—.

—Cabezota.

Ignora ese último comentario. De pronto un fogonazo en su mente ilumina todo el restaurante y al momento vuelve a la normalidad, excepto unas letras y unos números luminosos… todos ellos relacionados con el mes de abril. Estaba obsesionado con la nota de Irene. Le resultaba demasiado simple y nada coherente, lo que hacía que su resolución fuese costosa. Una palabra, nada más. Un mes del año. ¿Algo pasaría en abril? Estaban en julio. Demasiado tiempo como para que sucediera algo en ese mes. Intentaba no darle muchas vueltas y centrarse en John, pero la tentativa de un nuevo juego mental, después de estar tanto tiempo sin ningún caso interesante, era muy apetecible.

—Sherlock. ¿Me estás escuchando? Te has quedado mirando al infinito —le pregunta John mirándolo detenidamente—.

— ¿Qué? Sí. Por supuesto.

—Entonces dime qué te he dicho.

Se queda pensativo mirándole a los ojos, unos ojos que le rogaban de manera severa una respuesta, y la que Sherlock le daría no sería de su agrado.

—Vale, no, lo siento. Estaba pensando en otra cosa.

— ¿Puedes compartirla conmigo?

—La nota de Irene —contesta al cabo de un rato, después de terminarse la poca comida que le quedaba en el plato y recostarse en la silla mirando hacia otro lado—.

—Oh, genial —deja los cubiertos en la mesa de mala gana. Habían pasado unas semanas desde la cena de Sherlock con Irene, y John sabía que el tema aún seguía en el aire, pero no le contentaba el hecho de tener que hablar de ello—. Para qué preguntaré.

—Noto que te incomoda el tema.

—Es porque no logro entender esta obsesión por una nota, y menos que hayas decidido volver a las andadas con ella.

Gira la cabeza de nuevo y mira al doctor.

—Eres muy susceptible. Te ofende que la señorita Adler vuelva a nuestras vidas, ¿no?

—Pues sí, para qué engañarnos. —cruza los brazos encima de la mesa y se recuesta en ellos—. No me agrada. Nunca lo ha hecho.

— ¿Te sientes amenazado? —pregunta Sherlock, directo. Había veces que mirando a John a los ojos podía ver perfectamente lo que pensaba—.

— ¿Amenazado? —le mira, bastante serio—.

—Temes que le haga más caso que a ti.

—No hables de mí como si fuese tu mascota.

Sherlock se da cuenta de su error y de que le había ofendido. La broma había retomado un camino parecido al de su cena con La Mujer, pero en aquel caso fue él quien reprochó que John no es su mascota. Abre la boca, pero no sale ninguna palabra de ella. Baja la cabeza en señal de disculpa.

—No puedes ponerte en mi lugar, Sherlock. Sólo existe tu punto de vista. Los demás no podemos decir nada…

—Sabes perfectamente que eso no es verdad y que siempre tengo presente lo que tú opines.

—Pues está claro que en esto mi opinión no tiene voz.

Conforme avanza la conversación, Sherlock nota a John más irritado y molesto. Puede que estuviera llegando a la conclusión de que sentía algún tipo de interés en Irene. Por supuesto que siempre había habido cierta inclinación mutua entre ambos, pero todavía no confiaba en ella, y sabía perfectamente lo que pensaba con respecto a Irene.

Se acuerda de lo que habló con ella. John estaba reprimiendo sus sentimientos sobre el incidente de hace tres años. No habían hablado de ello, sin contar la explicación que Sherlock le dio nada más volver a verlo, pero John se limitó a asentir con la cabeza, sin decir nada. ‘’Puede que pronto llegue el día en el que no pueda más’’, piensa.

—No llegues a conclusiones precipitadas, John. Os encanta.

—Venga. Ilumíname con tu sabiduría —Sherlock nota que John sigue bastante ofendido por el comentario anterior—.

—Te encanta montarte tu pequeño teatro mental, poniendo a los personajes en el escenario y metiéndote en su piel introduciendo tus pensamientos, creyendo que serán los tuyos. Deformas la realidad actuando en un acto del que tú no has sido testigo directo, haciendo que tus pensamientos se colapsen y se mezclen y creen una versión totalmente diferente a la que en realidad ha acontecido. No te culpo. No eres el único que lo hace. Crees que hay algo entre Irene y yo. Crees que pasó algo la noche en la que cenamos. Y crees que no te estoy diciendo nada, a saber por qué. Pues mira, si te sientes mejor, de primera mano te digo que no pasó nada. Simplemente intercambiamos información y opiniones, bailamos un poco y me llevó a casa, dejando conmigo la nota. De verdad, John, no lo hagas. No te conviertas en alguien triste y vulnerable por fantasear con un mundo en el que crees llevar todas las de perder.

John le escucha atentamente, frunciendo el ceño.

—Sí, tienes razón. Nos creamos nuestras pequeñas fantasías, pero es porque nos gusta evadirnos un poco de la realidad, utilizar la imaginación, y aunque a veces ese mundillo puede ser triste, es un buen ejercicio mental. Deberías hacerlo alguna vez. Puede que así aprendieras un poco a ponerte en el lugar de los demás y ser más comprensivo. Pero mira —esboza una sonrisa, mitad falsa, mitad satisfecha—, me alegra saber que no hay nada entre ella y tú.

— ¿Por qué? —le pregunta, cogiendo su vaso y bebiendo—.

— ¡Porque no está bien! —alza la voz sin darse cuenta. Ya era la segunda vez que se lo decía esa noche. Algunas personas del restaurante se evadieron de sus propias conversaciones para mirar lo que pasaba en la mesa de Sherlock y John. Se percata de que ha llamado la atención del lugar y se lleva las manos a la cara, derrotado. Habla más flojo—. No está bien. Y punto. Pero no me vas a hacer caso, así que me rindo.

Sherlock se sorprende por la reacción de John. Últimamente había cosas que no comprendía de él. Decide no volver a hablar de la nota delante de John y a investigar por su cuenta. No quería preocuparlo ni desesperarlo más.

1 comentario:

Unknown dijo...

John siente algo y tiene miedo a que Sherlock se distancie. Necesito otro de Sherlock o de John para mi son los mejores ya que nos metes mas en situacion