La excitación, la angustia y el
terror del momento habían hecho que el viaje por teletransporte fuera infernal
para Eli. Nada más encontrarse en el salón de su casa, se derrumba hacia atrás
y cae en el sofá. Erik se encuentra enfrente de ella, que está llorando y con
muy mala cara. Tiene ganas de gritarle, de pegarle, aunque más ganas tiene de
volver a casa de Jim y darle una paliza a Seb. Ahora lo odiaba más que nunca. ‘’ ¿Quién se ha creído que es? Yo soy su
hija. Él sólo es su francotirador… Aunque me he dado cuenta de cómo le mira a
veces, pero me da igual. Tengo más derecho que él’’, piensa mientras cierra
con fuerza los ojos e intenta concentrarse en no vomitar.
Pasan unos minutos y por fin nota
que se encuentra mejor. Le extraña que Erik no se haya movido del sitio. Seguía
mirándola, con las manos en los bolsillos y esperando a que se recuperara. '‘No entiendo qué hace ahí como un pasmarote
cuando debería correr para que no le arranque la cabeza’’.
—Qué —pregunta Eli tajante y con
el semblante muy serio.
— ¿Tu padre? —le contesta él con
otra pregunta. Parece que ese dato le interesaba mucho. Eli no entiende por qué.
— ¿Eso es lo que te preguntas
ahora? ¿Que si es mi padre? —se levanta y le hace frente—. ¿¡Después de sacarme
a la fuerza de allí!? Eres increíble.
Ahora mismo lo odiaba con todo su
ser, no quería ni verle.
—He tenido que hacerlo. No podías
estar ahí, y Seb me lo ha mandado.
— ¿Acaso eres su perrillo faldero
obediente y servicial?
—No. Principalmente lo he hecho
por ti. Que estuvieras ahí no ayudaba ni a la situación ni a ti.
Eli le mira fijamente. Tenía
razón. El estrés era una de las razones por las que Eli podía perder los
papeles, y había sufrido mucho en muy poco tiempo. Erik no sabía esto todavía,
y era un alivio que el viaje la dejara tan indispuesta físicamente como para
controlar el brote. Aun así seguía enfadada.
—De todas maneras no tenías
derecho para apartarme de su lado así.
—Estabas incontrolable —le
replica Erik—. No se podía razonar contigo en ese estado.
— ¡Me da igual!
—A mí no.
— ¿Ah, a ti no? ¿Tú no lo ves
así? —dice en tono burlón—. Es mi padre, mi padre adoptivo, y lleva conmigo
desde que tengo uso de razón. Tenía derecho a estar con él.
Eli nota que Erik le presta mucha
atención. Podía ver en su cara perplejidad y sorpresa además de ese curioso
interés. ‘’ ¿Por qué? ¿Jim le dijo algo
sobre mí, o sobre él… o sobre si nosotros…? Qué tontería’’.
—Estaba intentando ayudarte. Aún
lo estoy intentando.
— ¡Es mi padre, y necesito estar
con él ahora!
La preocupación que siente por el
estado de Jim, la forma en la que le ha visto, tan alejado de la vida, tan
alejado de ella, hace que se desmorone. Vuelve a sentarse devastada en el sofá
y empieza a llorar.
— ¿Por qué ha hecho eso? Tengo…
Tengo que estar allí. Tengo que estar con él —esconde la cara entre sus manos
sin cesar de balbucear y sollozar—. No me puede… dejar. Es toda la familia que
tengo. Estaría perdida y sola… sin él.
Erik se pone en cuclillas y hace
un amago de ponerle las manos sobre las rodillas para calmarla, pero en el
último momento se lo piensa y no lo hace.
—Venga Eli… Seguro que Sebastian
ya lo ha reanimado. Estará bien.
—Me habría mandado un mensaje —dice
mirándole, empapada en lágrimas—. Pero ese idiota nunca me tiene en cuenta. No
nos llevamos bien. Siempre está a la defensiva, como si yo fuera la mala, y
siempre es una continua batalla. Cree que le alejo de su querido y amado jefe…
y por eso me odia.
—No creo que te odie. Simplemente
es así. Piensa… —para un momento porque ve que Eli ya no le está mirando, que
está prestando su atención a un punto situado en uno de los rincones del salón.
Pone con cuidado las manos en sus mejillas obligándola a mirarle y secándole
las lágrimas—. Piensa que Jim ya está bien y se ha ido a dormir. Lo necesita.
No se van a parar a mandarte un mensaje.
— ¿Ves? Como si yo no fuera
nadie, ¡y lo soy! —hace un rápido movimiento de cabeza para quitarse sus manos
de encima—. No me toques —le mira desafiante, pero se encuentra con que los
ojos azulados y radiantes de Erik desprenden tristeza. Parecía que a Erik no le
gustaba verla así. ‘’Estoy siendo una
borde y no se lo merece aunque no tengamos confianza. Pero me intenta ayudar.
¿Por qué? Y yo no paro de reprocharle con malas caras que lo haga…’’. Rompe
a llorar de nuevo—. Lo siento… lo siento…
Erik se inclina hacia ella, un
poco dudoso al principio, y la estrecha entre sus brazos. Eli se sorprende,
pero sólo hace que llore más y sin control, echando fuera de ella la cantidad
de sentimientos que le recorrían el cuerpo y la revolvían por dentro con
fuerza. Erik no la suelta en un rato, apretándola más contra él y susurrándole
que Jim estaba bien y que todo se pasaría, que se tranquilizara.
Poco a poco Eli llora menos, o
pasa pequeños períodos sin soltar una lágrima hasta que vuelve a empezar. Erik
no la suelta en ningún momento, permaneciendo en silencio, esperando a que ella
deje de ser una cría.
— ¿Por qué haces esto? —dice
cuando está un poco más tranquila.
Él no contesta al momento, y eso
hace que Eli se desespere un poco.
‘’Siempre hace lo mismo, como si le costara pensar una respuesta’’.
—Dices que Jim es tu única
familia, ¿no? Bueno, la gente con la que trabajamos poco a poco se convierte en
algo significativo para nosotros. Será por verlos diariamente, o porque en la
cafetería, un día cualquiera, empiezan a hablar como si nada —‘’La cocina, lo del tulipán…’’, piensa
Eli—. Esas personas acaban siendo parte de ti, y eso quiere decir que si son
parte de ti, es porque son algo para nosotros. La familia es importante. La
gente con la que trabajamos también. Somos… otro tipo de familia.
Calmada por fin, Eli se aparta de
él y le mira. Él también parecía más sereno y satisfecho de haber podido
tranquilizarla. Sus ojos le daban confianza, protección… cariño. Ese momento en
la cocina cuando revivió su tulipán, fue el primer momento agradable entre los
dos, desenfadado, aunque le siguieron muchos otros totalmente opuestos. A veces
a Eli le parecía repelente y un listillo que cree que por tener poderes puede
hacer lo que quiere. Seguro que Erik también pensaba cosas malas de ella,
aunque la mayoría de las veces Eli intentaba ser agradable para no estar en
tierra hostil constantemente.
‘’Es imposible’’, se dice. Apenas se conocían. No solían hablar
mucho, y cuando lo hacían, no siempre era para tener una agradable conversación,
aunque en alguna ocasión han tenido charlas interesantes y normales. Casi
siempre era el trabajo y los entrenamientos su principal tema de conversación. Siempre
notaba un tira y afloja, pero a veces le divertía, y cuando no iba dirigido a
ella, su extraño sentido del humor le hacía gracia. ‘’No puede ser —piensa mientras observa esos ojos que tanto la
encandilaban cuando los miraba, con los que se quedaba de piedra, con los que
le recorría un gracioso y pequeño cosquilleo por la columna vertebral cuando la
miraban fijamente. Erik sonríe y puede ver esas pequeñas arruguitas que se le
forman a los lados del rabillo del ojo, esa línea en la frente; ve cómo amplía
su sonrisa y deja ver sus más que perfectos dientes. Puede ver los pequeños
detalles en los que suele fijarse cuando analiza los gestos de las personas,
pero que en él eran más especiales—. No
puedo creérmelo… ¿Me gusta?’’.
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