—Dean Crowe. Mi trabajo en
solitario es Dean Crowe, segundo al mando de un grupo de mafiosos. Huyó al
norte tras ser arrestados los demás miembros de la banda por la policía y el
detective asesor Sherlock Holmes. Está en Canterbury, y será allí donde lo mataré.
Puedo hacerlo —Eli estaba hablando con su reflejo, encerrada en el baño. Agacha
la cabeza un momento y suspira—. Puedes hacerlo, Elisabeth —se repite subiendo
lentamente la cabeza y mirándose de nuevo fijamente.
— ¿Eli, estás bien? —oye al otro
lado la voz de Erik, que llama a la puerta preocupado.